Nunca debemos castigar a nuestro gato físicamente.
No importa el motivo por el cual necesitemos castigar a nuestro gato, pero debemos saber que el castigo físico, a pesar de ser ineficaz, afectará a su comportamiento y lo convertirá en un gato con ansiedad hacia su dueño, además de un animal miedoso.
Los gatos no diferencian el bien y el mal, por ello debemos educarlos. Si un gato maúlla por las noches, no lo hace por venganza, por manías o por despecho, simplemente lo hace por su instinto.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que usted le da un azote a su gato.
Éste se asustará, claro está, pero no entenderá porqué se le ha pegado.
Con pegar a nuestro gato, por muy flojo que sea, sólo conseguiremos que se vuelva asustadizo y que nos muerda o arañe la próxima vez que intentemos cogerle.
Cuando los gatos son pequeños, sus madres los agarran por la piel del pescuezo. Esto los tranquiliza bastante.
En ocasiones, la gente puede creer que, al agarrarlo por el pescuezo y sacudirlo un poco como haría su madre para tranquilizarlo o educarlo es algo que podría funcionar con su gato. Pero esto es un grave error, ya que si hacemos esto, obtendremos como resultado un gato miedoso.
Tras haber comprobado que el castigo físico no funciona con los gatos, podremos optar por recurrir a otros medios de castigo, como el castigo a distancia.
Un espray o pulverizador con agua, para rociarle cada vez que maúlla, podría persuadirle de que no deseamos ese comportamiento.
Escrito por Jaime Trujillo Escobedo