Recientemente, el gato callejero ha sido rebautizado como gato "de compañía", en oposición al gato de raza, también llamado "gato de pedigrí". Denominación de un tanto absurda, ya que todos los gatos, sean de raza o no, son más o menos gatos de compañía. Además, este nombre le convendría mejor a los gatos de raza, pues la mayoría de ellos se han convertido en mascotas hogareñas, mimadas y protegidas, y que generalmente no tienen la posibilidad de vivir en el exterior. Como mucho disponen de un "corral" para gatos más o menos espacioso.
El término "callejero" puede resultar chocante a ciertas personas, que lo consideran peyorativo, lo cual el lamentable. Un gato que deambula por los tejados demuestra así toda su agilidad felina. El gato "callejero" no es sinónimo de delincuente, fuera de la ley o vagabundo, sino que encarna al animal independiente, aventurero, dinámico y desenvuelto.
El gato callejero es, de hecho, una raza "noble" y antigua, mucho más rústica que muchas de las razas que han sido cuidadosamente obtenidas por medio de cruces.
Escrito por Jaime Trujillo Escobedo