Esta práctica constituye una autentica mutilación. Un gato sin uñas no es capaz de cazar correctamente. Si se perdiera, no podría conseguir comida. Tampoco puede marcar su territorio ni es capaz de trepar.
El animal se queda sin poder defenderse frente a sus rivales ni protegerse de sus enemigos. Al no poder rascarse, no se asea correctamente. Por tanto, esta practica debería estar prohibida por la ley, tanto para gatos comunes como para gatos de pedigrí.
La mayoría de los veterinarios se niegan a practicar dicha intervención, denominada onicectomia o extirpación de garras, que consiste e amputar la ultima falange a la altura de la articulación.
Las personas que posean gatos y quieran mantener intactos sus muebles deberán comprarle a su mascota una plancha o un poste para arañar. Además, si el felino tiene posibilidad de salir a un jardín con árboles, será raro que cometa muchos destrozos en su casa.
Escrito por Jaime Trujillo Escobedo
En la fotografía podéis vera mi gatita Linda.